Con acciones prácticas y la dedicación de ciudadanos comprometidos, tenemos el poder de marcar una diferencia significativa y asegurar un planeta saludable para las generaciones venideras. El voluntariado ambiental es la participación desinteresada en proyectos y actividades que buscan proteger, conservar y mejorar nuestro entorno. Estas acciones pueden abarcar desde la restauración de ecosistemas y la limpieza de espacios naturales hasta la plantación de árboles, el seguimiento de la fauna y flora y la educación ambiental.

Los objetivos del voluntariado ambiental son amplios y variados:

•  Fomentar la conciencia y la responsabilidad ambiental.
• Contribuir a la protección de la biodiversidad.
• Mitigar los efectos del cambio climático.
• Promover prácticas sostenibles.

Los beneficios del voluntariado ambiental van más allá de la satisfacción personal de hacer una diferencia. Los voluntarios adquieren habilidades prácticas, fortalecen su conciencia ecológica y se conectan con una comunidad que comparte su compromiso con el medio ambiente.

Las actividades de voluntariado ambiental son diversas y pueden incluir:

• Iniciativas de limpieza de playas para concienciar sobre la contaminación marina.
• Programas de reforestación para plantar árboles y restaurar ecosistemas dañados.
• Proyectos de educación ambiental para difundir la importancia de la biodiversidad y la conservación.

Para aquellos interesados en el voluntariado ambiental, existen varias formas de involucrarse. Pueden unirse a organizaciones gubernamentales, ONGs, grupos comunitarios o empresas que se comprometen con la responsabilidad social y ambiental.



Cuantificando voluntarios

Según el Informe sobre el estado del voluntariado en el mundo 2018, los esfuerzos de los más de mil millones de voluntarios que hay en todo el mundo equivalen a los de 109 millones de trabajadores a tiempo completo. En todo el mundo, las mujeres asumen la mayoría del trabajo voluntario, el 57 %, y un porcentaje aún mayor del servicio voluntario informal, el 59 %.

El voluntariado ambiental sigue siendo una fuerza poderosa en la lucha por la protección del medio ambiente. Cada año, más de 3 mil millones de personas en todo el mundo participan en actividades. En Argentina, a pesar de que la participación es baja, se ha logrado movilizar a más de 2.800 voluntarios en 75 limpiezas en los últimos cuatro años, cubriendo una superficie de 54 hectáreas y retirando 24 toneladas de residuos. Las contribuciones voluntarias están valoradas en el 2,4% del PIB mundial.

En cuanto a América Latina, según el Reporte del Estado del Clima en América Latina y El Caribe 2020, más de 312 mil personas perdieron su vida y otras 277 millones se vieron afectadas por eventos relacionados al clima entre 1998 y 2020. Además, la intensa sequía en el sur de la Amazonía fue la peor en 50 años, mientras que en Centroamérica se batió un récord de 30 tormentas en un año con 8 millones de personas afectadas.

Estos datos subrayan el impacto significativo que el voluntariado ambiental puede tener en la protección y conservación de nuestro planeta. Sin embargo, aún queda mucho por hacer y la necesidad de voluntarios comprometidos es más importante que nunca. En Argentina, 2 de cada 10 personas realizan trabajos voluntarios, lo que representa el 20% de la población. En toda América Latina, 32 países presentaron su Informe Voluntario Nacional ante el Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas entre 2016 y 2023.



Buenos ejemplos, grandes logros

El voluntariado ambiental en Argentina y América Latina ha demostrado ser una fuerza poderosa para el cambio positivo. En Argentina, durante los últimos años, se destacaron los esfuerzos de científicos y voluntarios para restaurar ecosistemas devastados y ayudar a las especies animales a recuperar sus hábitats. Un ejemplo notable es el trabajo realizado para salvar al águila del Chaco, una especie al borde de la extinción. Además, los voluntarios han jugado un papel crucial en la protección del tordo amarillo, el ave más amenazada de los pastizales sudamericanos.

En toda América Latina, la sociedad civil se ha organizado para frenar actividades con grandes costos sociales y ambientales. Un caso de éxito notable es el movimiento indígena en Ecuador que logró cancelar 52 concesiones de extracción de oro que habían sido entregadas de manera ilegal. Este triunfo les valió el prestigioso premio Goldman 20222. Otro caso de éxito es el de la comunidad de Piquiá de Baixo en Brasil, que después de una década de lucha logró el reasentamiento de sus 1.100 habitantes, quienes vivían rodeados por cinco industrias de hierro y acero.

El impacto local de estos esfuerzos es significativo, han tenido un impacto más allá de las fronteras locales. El Acuerdo de Escazú, firmado por Argentina en 2018 y ratificado en 2020, busca garantizar el acceso a la información, la participación pública y la justicia en decisiones ambientales. Este acuerdo es el primer tratado a nivel mundial que contempla disposiciones específicas para la protección de los defensores ambientales. La aprobación de un plan de acción para proteger a los defensores ambientales en América Latina es un paso importante hacia la protección y reconocimiento de los activistas ambientales en la región.



Estos datos muestran la importancia del voluntariado ambiental y el impacto que puede tener en la protección y conservación de nuestro planeta. Aún queda mucho por hacer y la necesidad de voluntarios comprometidos es más importante que nunca.